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Petrolera Texaco optó por la estrategia de deslegitimizar el juicio por daños socioambientales en Ecuador

Publicado: 2011-03-28

La petrolera Texaco optó por la estrategia de deslegitimizar el juicio por daños socioambientales. El presidente Rafael Correa señaló que la estrategia de la transnacional “ha sido deslegitimar el proceso y acusar al gobierno ecuatoriano de que se estaba metiendo en este juicio” . El Mandatario rechazó la versión de la compañía y la  instó a demostrar que en el proceso ha existido fraude.

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Trabajo de remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero

andes.info.ec/tema-del-dia/en-taracoa-la-cont...

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En Taracoa, la contaminación petrolera “es como un pus que no termina de irse”

La contaminación ambiental es evidente en las comunidades de Orellana como Taracoa. En la gráfica, una piscina de petróleo en remediación. Foto: Miguel Romero para Andes.

 

Taracoa (Orellana), 22 feb.- “Es como un pus que no termina de irse…”. La atmósfera se congela cuando Medardo Zhingre dice esa frase para explicar  los efectos que la explotación petrolera dejó en su tierra, su comunidad y su vida.

Con un machete en la mano derecha y la desesperación en la otra, Zhingre se da modos para mostrar al petróleo calcificado debajo de una leve capa de tierra. Sólido como caucho pero inconfundible por su fuerte olor químico, aparece apenas Zhingre pica el suelo. “Esto es lo que nos daña, nosotros no nos hemos inventado nada como dicen los de la Texaco”.

 por ANDES/AMEL  22 feb 2011   http://andes.info.ec/tema-del-dia/en-taracoa-la-contaminacion-petrolera-es-como-un-pus-que-no-termina-de-irse-51153.html

Zhingre, de 56 años, es parte de la Asamblea de Afectados que demandó a Texaco, después Chevron, por daños ambientales ocasionados durante sus 26 años de operación.

Uno de los sitios contaminados fue la comunidad de Taracoa, en la provincia amazónica de Orellana, con una población de 2.600 habitantes, donde vive Zhingre. Allí se encuentran los pozos Yuca 1, Yuca 2 y Yuca 9; todos ellos guardan historias.

En días pasados, la Corte de Sucumbíos emitió una sentencia en contra de Chevron y determinó que la compañía pague 9.150 millones de dólares para remediar los daños ambientales.

Medardo Zhingre muestra partes solidificadas de petróleo en la finca de su propiedad, donde no puede levantar mayores cultivos. Foto: Miguel Romero para Andes.

 

Sin embargo, la sentencia no convenció a ninguno de los involucrados. Por un lado, la petrolera consideró el fallo como ilegal e inaplicable debido al respaldo de un tribunal arbitral de las Naciones Unidas que prohíbe la aplicación de medidas contra Chevron, por el momento.

Según el vocero de la compañía, James Craig, en declaraciones recogidas por la prensa nacional, la sentencia se determinó “ignorando pruebas de actos ilícitos, fraude, colusión, interferencia política, todo con evidencias presentadas a la Corte hace más de un año”.

Asimismo, Craig aseguró que existió injerencia política en la decision del juez y añadió que apelarán todo el fallo, por “ilegítimo” y por carecer de “sustento científico válido”. Esa y otras consideraciones fueron presentadas el jueves en Sucumbíos.

Respecto a la posición de la petrolera, el presidente Rafael Correa señaló que la estrategia de la transnacional “ha sido deslegitimar el proceso y acusar al gobierno ecuatoriano de que se estaba metiendo en este juicio” . El Mandatario rechazó la versión de la compañía y la  instó a demostrar que en el proceso ha existido fraude.

Por su parte, los afectados creen que los 9.150 millones no son suficientes para remediar las afecciones. Zhingre tampoco está de acuerdo, sobre todo cuando salta sobre lo que fue una piscina de petróleo que parece gelatina. “Dicen que remediaron, pero vea, cubrieron con tierra solamente y la tierra misma rechaza la contaminación, por eso el petróleo vuelve a salir”.

Esto ocure en el campo Yuca 9, cerca del dispensario médico donde trabaja como auxiliar de enfermería Carmen Bone, una mujer de 50 años.

Su historia también dio un giro después de la contaminación. El viacrucis empezó con molestias en las vías urinarias y luego un dolor en el vientre que sería detectado más tarde como cáncer. Hace algunos años le extirparon el útero. “A cada rato había derrames de petróleo que contaminaban el agua y con esa agua nos bañábamos, comíamos…”.

Carmen Bone asegura que el cáncer de útero que padece se debe a la contaminación ambiental. Foto: Miguel Romero para Andes. 

Bone ha visto pasar por el dispensario de Taracoa decenas de pacientes con los mismos síntomas y, a decir de ellos, por las mismas causas.

Desde 1998 hasta la fecha 17 personas de esta comunidad han fallecido, según sus habitantes, debido a la contaminación. Juan Oviedo, Rosa Pintado, Pedro Vicente, Segundo Lema, Leo Dan Ramos… son algunos de los nombres recordados en Taracoa. Además del cáncer de útero, está también el de estómago, sangre y piel.

Actualmente, el agua que beben los taraconenses proviene solamente de pozos, pues las vertientes y los riachuelos tienen una presentación ajena a la incolora e inodora recomendada por la ciencia y las normas de salud. El petróleo o sus residuos flotan sobre un líquido café imposible de digerirse sin que después se presente algún estrago.

Esa es la principal preocupación de los habitantes de la zona. Por eso consideran que lo hecho por Chevron no puede considerarse como remediación. “Lo que hicieron fue expandir la contaminación cuando empezaron a sacar el petróleo y contaminar los ríos“, afirma Zhingre.

El jueves pasado, los demandantes también apelaron a la sentencia del juez Nicolás Zambrano. Ellos, en cambio, sostienen que no se tomaron en cuenta los peritajes que evaluaron los pasivos ambientales en más de 27.000 millones de dólares.

“Ni todo el dinero del mundo servirá para recuperar la vida, el ambiente, pero al menos que se haga justicia. Nosotros no queremos repartirnos el dinero, queremos que se nos devuelva lo perdido”, dice Zhingre./ AMEL.

Les différentes conséquences sur la forêt amazonienne et ses habitants de l’exploitation pétrolière, depuis 25 ans par la multinationale Texaco, ont été analysées dans Las palabras de la Selva, un livre de Carlos MARTÍN BERISTAIN, Darío PÁEZ ROVIRA et Itziar FERNÁNDEZ dont j’avais parlé ici en mai dernier. La conclusion de cet excellent document, que je reproduis ci-dessous, est sans appel:

Impacto de la contaminación petrolera de Texaco

Las comunidades y personas entrevistadas corresponden en un 30% a indígenas siendo el 70% población mestiza o colona. [...]

Un 72,4% de los encuestados sufrieron las consecuencias de accidentes como derrames de piscinas, de oleoductos y en menor medida de sísmicas y mecheros. Estos accidentes conllevaron la contaminación frecuente de cursos de agua y tierra. Además las frecuentes prácticas de petrolear caminos produjeron contaminación por lixiviado y la práctica de incendiar piscinas de crudo generó una amplia difusión de contaminantes.

Estos datos están apoyados por los testimonios de las personas afectadas, grupos focales y documentación de la época (ver anexo de quejas y demandas).

Los accidentes se asocian entre sí, mostrando un patrón múltiple en las personas afectadas.

El análisis de frecuencias muestra la gran afectación de los diferentes accidentes en una amplia gama de aspectos de la vida, combinando la afectación de los cursos de agua con enfermedades de los animales, problemas de salud de las personas y el impacto en los cultivos. Tienen por tanto un impacto ecológico y social que puede explicarse fundamentalmente por la contaminación del agua y tierra.

Entre un 81,4% y un 95,9% de la población encuestada señala una afectación grave a la naturaleza como consecuencia de la actividad petrolera de Texaco con la afectación de aguas, muertes de animales, rotura de piscinas, o quema de crudo.

Las explotaciones petroleras de la empresa Texaco, así como los numerosos episodios de contaminación referidos, afectaron la biodiversidad de la zona y de forma grave las actividades de caza y pesca que eran básicas en el modo de vida y la alimentación de las comunidades indígenas. El 31,2% de los encuestados, refirió haber consumido frecuente o muy frecuentemente animales muertos, especialmente peces muertos (13,6% y 17,6%) a consecuencia de la contaminación. Cuando la comunidad carecía de información sobre los riesgos del consumo de los peces y animales muertos por la contaminación se incrementaba su consumo. Dicho consumo fue más frecuente en las comunidades indígenas.

Un 65,13% de los encuestados mostraron sufrimiento o duelo a causa de los accidentes.

Este impacto no fue solo en el ámbito familiar sino especialmente colectivo y comunitario. Los efectos socioeconómicos de los accidentes fueron muy notables, en un 93% ocasionando pobreza y destrucción de chacras en 87,8%. La destrucción de las chacras conlleva la pérdida de cultivos, limitando los recursos alimenticios y las condiciones de vida.

Las pérdidas de animales domésticos, como vacas, caballos, gallinas o chanchos fueron referidas con una frecuencia entre el 23,8% y el 46,8% de los entrevistados según el tipo de animales. Solo un 31,1% refirió no haber tenido alguna de estas pérdidas. La media de pérdidas referida de 4,23 vacas, de caballos perdidos 0,74, la media de gallinas perdidas es de 28,75 y la chanchos de 4,66. La gran mayoría de estas pérdidas se dieron en comunidades de población mestiza.

El 74,1% de los entrevistados señalaron haber tenido pérdidas de tierra como consecuencia de la contaminación o la explotación petrolera, tanto por contaminación directa, pérdida de capacidad productiva y destrucción de chacras. La media de hectáreas dañadas referida en esos años es de 5,70. Las comunidades indígenas refieren mayor influencia de la pérdida de tierras. Los resultados muestran que a mayor cercanía a las instalaciones mayor referencia a destrucción de chacras y al nivel de afectación de las mismas.

Un 22,1% de los encuestados tuvieron que desplazarse a causa de la Texaco, por el impacto negativo en el agua o la tierra. El desplazamiento fue mayor entre la población indígena.

Nueve de cada diez personas encuestadas no contaron con ninguna información proporcionada por la Texaco sobre los riesgos de la contaminación por petróleo. Esta ausencia generalizada de información aumentó la exposición al riesgo. Esta exposición se dio más en las comunidades indígenas debido al desconocimiento del castellano, el miedo a los cucamas (hombres blancos) de Texaco, y la distancia cultural.

Las actividades infantiles ligadas a los ríos y esteros, como la natación y la pesca se vieron afectadas en un grado muy alto. El contacto directo con el crudo como parte de sus juegos fue una experiencia relatada como muy frecuente en un 76,4% de los encuestados.

Pérdida de territorio e impacto cultural en comunidades indígenas

La caza y la pesca eran los medios tradicionales de vida y formaban parte de la cultura de los pueblos amazónicos. Los encuestados de las diferentes etnias refieren que la caza y pesca se alteraron bastante o mucho en un 94,1% (56,4% y 37,8% respectivamente) como consecuencia de las actividades petroleras de Texaco.

También la relación con la naturaleza se alteró en la misma medida (bastante o

mucho) en un 92,4% (50,8% y 41,6% respectivamente). Hay que tener en cuenta que la relación con la naturaleza forma parte de la ecología cultural de los pueblos indígenas, basada en la relación con los ancestros, las relaciones de reciprocidad y equilibrio con la naturaleza. Como resultado de todo ello, la vida de los pueblos indígenas empeoró de forma muy significativa por la pérdida y desplazamiento del territorio, según el 88,6% de los indígenas encuestados (45,6% bastante o mucho 43%).

El contacto forzado de las comunidades indígenas con los operadores de la empresa Texaco supuso una reestructuración de la vida cotidiana de dichas comunidades. Dicho impacto se dio por la pérdida de territorio, la introducción de costumbres y procesos de aculturación forzada sin ningún respeto por los pueblos que habitaban la selva, la pérdida de referentes culturales tradicionales que dependen de la selva como la medicina tradicional

y las condiciones de reproducción de la cultura, especialmente en la relación entre tierra, espiritualidad y papel de autoridades tradicionales. Otros elementos que tuvieron impacto según los grupos focales y las encuestas realizadas fueron la introducción del dinero, del alcohol y de nuevas enfermedades. Si bien algunos de estos efectos se deben en parte también a los procesos de colonización de la selva amazónica tanto los relatos de los grupos focales indígenas como las encuestas individuales muestran un patrón de afectación ligado también a la acción de la empresa en la zona.

La mayoría de los encuestados indígenas refirieron que la introducción del dinero afectó bastante o mucho en un 62,6%, generando mayor dependencia. Un 80,1% de los encuestados indígenas señala que tuvo mucha influencia en la aparición de nuevas enfermedades (bastante 45,7% o mucho 34,4%). Otros cambios culturales vinieron del cambio en las condiciones de vida. Varias comunidades tuvieron que agruparse para poder defender su territorio y forma de vida, como en el caso de los Secoyas.

La necesidad de vivir más concentrados supuso también un cambio en su estilo de vida. Dichos cambios afectaron de forma importante a un 76,2% de los indígenas.

También según el 85,5% de los encuestados indígenas el alcohol afectó bastante o mucho. Consumo de alcohol y contacto con la Texaco estuvieron asociados.

Para el 38,4% de las personas encuestadas el accionar de la Texaco tuvo influencia en la cohesión de las comunidades afectadas. Uno de cada cuatro (24,4%) refiere que afectó bastante o mucho a la confianza y una minoría significativa de encuestados de un 22% señalan que esto tuvo un impacto en que se dejaran de hacer trabajos comunitarios. Tanto el impacto de la actuación de la compañía en la unidad de la comunidad, la pérdida de confianza entre vecinos y el impacto en la participación comunitaria son estadísticamente más altos en los indígenas.

Globalmente el impacto de la Texaco en el desarrollo de las comunidades mestizas e indígenas es considerado mayoritariamente como negativo (83,6%).

Impactos en la salud

Un 58,4% de las personas entrevistadas considera mala o muy mala su salud. Una mayoría del 85,2% considera que se vio afectada bastante o mucho por las explotaciones de la Texaco. El impacto en las limitaciones funcionales fue también amplio pero en menor escala.

Para un 79,5% aumentaron bastante o mucho los problemas de salud. Los problemas de salud más frecuentemente atribuidos a la contaminación de Texaco fueron los problemas digestivos en un 84%, los problemas de piel en un 76,7% y los problemas respiratorios en un 84,8%. La percepción de salud personal y familiar es más negativa cuanto más cerca se estuvo de las instalaciones de Texaco. Un 88,2% de los encuestados afirmaron sentirse más tristes, deprimidos o nerviosos por ello. Para explorar si el daño a la naturaleza se relaciona o no con el impacto en la percepción de salud se realizaron correlaciones entre ambos grupos de variables. A mayor percepción de daño en el medio ambiente, mayor es la percepción negativa de las condiciones de salud personal, familiar y de salud afectada negativamente por la explotación petrolera de Texaco. La comparación entre encuestados mestizos e indígenas muestra que las asociaciones son más fuertes en el caso de los mestizos, con una mayor relación entre dichas variables. Estos datos son congruentes con la mayor cercanía a instalaciones petroleras de la Texaco en el caso de los mestizos.

Respecto a los indicadores de salud materno-infantil se encontró influencia en dos de ellos, el número de abortos por familia aumenta en relación al grado de exposición a las instalaciones y contaminación petrolera de la Texaco, así como los niños muertos entre 1 y 5 años, pero no en el resto (presencia de malformaciones, abortos en general o mortalidad infantil en menores de 1 año).

Durante la realización de los grupos focales se recogieron abundantes descripciones de casos de cáncer que la gente asoció a las consecuencias de la contaminación, especialmente en las comunidades mestizas. El 21,33% de las familias encuestadas han tenido al menos de un caso de cáncer en su núcleo familiar, y en una de cada cuatro familias en las que se han dado casos de cáncer se ha dado más de un caso. Nueve de cada diez encuestados que refieren más de un caso de cáncer en sus familias son mestizos, siendo el resto indígenas.

Se realizó un cruce de variables entre la distancia a instalaciones petroleras y la declaración de casos de cáncer referidas en las encuestas. El análisis estadístico con diferentes métodos muestra que a mayor cercanía a los pozos, más cáncer en familia, en el recinto comunitario y más muertos por cáncer. A menor distancia a piscina y mechero mayor número de casos de cáncer, así como también en el caso de los desechos.

El índice de exposición global a contaminación que se creó englobando las diferentes instalaciones y fuentes de contaminación mostró que el porcentaje de casos de cáncer en la unidad familiar muestra un perfil similar. A mayor cercanía, y por tanto mayor exposición, más casos de cáncer referidos.

El mayor número de casos de cáncer se da entre la población mestiza con una diferencia estadísticamente significativa. Estos datos son consistentes con que los mestizos estuvieron más expuestos a la contaminación petrolera. También son más frecuentes entre la población indígena más cercana a dichas instalaciones (Kichwas de Rumipamba) respecto a otros grupos étnicos (Cofanes y Sionas).

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Patricio Guinda, habitante kichwa de esta localidad trabaja en la remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Trabajo de remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel

 

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Trabajo de remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Trabajo de remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Trabajo de remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Trabajo de remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Recolección de tanques con material contaminante sacado de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Recolección de tanques con material contaminante sacado de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

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Rumipamba (Orellana), 22 febrero 2011.- Tanques con material contaminante recolectado durante la remediación de los esteros contaminados por el derrame de petróleo ocasionado por Texaco. Foto: Miguel Romero/Agencia Andes.

 

 

 

 

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Escrito por

malcolmallison

Biólogo desde hace más de treinta años, desde la época en que aún los biólogos no eran empleados de los abogados ambientalistas. Actualmente preocupado ...alarmado en realidad, por el LESIVO TRATADO DE (DES)INTEGRACIÓN ENERGÉTICA CON BRASIL ... que a casi ning


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