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Australopithecus sediba ¿origen del hombre?

Publicado: 2011-10-24

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El descubrimiento en Sudáfrica de un nuevo antecesor llamado Australopithecus sediba ha complicado aún más nuestro origen. Encontrado en una cueva no lejos de los yacimientos clásicos sudafricanos de Sterkfontein, Swartkrans y Kromdraai, Australopithecus sediba tiene la cabeza y el tamaño cerebral de un australopiteco, pero también tiene rasgos derivados que lo acercan más al género Homo que ninguno de sus parientes, como son sus dientes reducidos.

Hay al menos dos individuos, un macho de unos 10 años (holotipo) y una hembra de entre 20 y 30 años (paratipo). Más de 130 elementos de la especie han sido recuperados hasta la fecha, incluyendo un niño de entre 12 y 18 meses.

El nuevo miembro de la familia se llama Australopithecus sediba (sediba significa "fuente" "manantial" o "pozo de agua" en la lengua de los Sesotho, uno de los once idiomas oficiales de Sudáfrica)-  Australopithecus sediba era capaz de caminar erguido y sus restos han sido descubiertos, descritos y nombrados por Berger tras ser localizados en una cueva a sólo 40 km de la ciudad de Johannesburgo. Aunque, para ser totalmente sinceros, el auténtico protagonista del hallazgo no fue el propio Berger, sino su hijo Matthew, de apenas nueve años de edad, que se topó con el homínido mientras jugaba en las proximidades del yacimiento en el que trabajaba su padre.

"Papá, he encontrado un fósil", le espetó el niño al científico mientras le pasaba una piedra de la que asomaban restos fósiles. El paleontólogo, al principio, la cogió pensando que se trataba de un antílope, algo bastante corriente de encontrar en las rocas sudafricanas. Pero en cuanto se fijó mejor en el hallazgo de su hijo, se dio cuenta de que estaba ante algo mucho más importante: la clavícula de un antiguo homínido. Inmediatamente buscó por los alrededores y se dio literalmente de bruces con la mandíbula inferior de ese mismo y lejano antepasado de la Humanidad. "No me lo podía creer", afirmó después el científico.

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Los esqueletos parciales fueron inicialmente descritos en la revista Science por el profesor Lee R. Berger y sus colegas como una nueva especie de los primeros ancestros humanos, llamado Australopithecus sediba.

El estado de preservación de los restos es espléndido y se han conservado huesos del esqueleto poscraneal y no sólo del cráneo, lo que permite un amplio análisis. Por otra parte, los restos más completos corresponden a un ejemplar inmaduro, lo que tiende a gracilizar los rasgos y dificulta el análisis.

Portada de la revista Science que recoge el hallazgo del ’Australopithecus sediba’

 

Evolución y progreso

La idea de la evolución ha estado siempre unida a la de progreso, tal vez por el momento histórico en el que nació su mejor explicación. Cuando hablamos de evolución asumimos una gradual transición desde lo 'menos' evolucionado (inferior) a lo 'mas' evolucionado (superior) como una cadena de descendientes que culmina (sorpresa) en nosotros.

Las conexiones entre antecesores y descendientes no son líneas rectas

 No existen seres 'más' evolucionados que otros, ni las conexiones entre antecesores y descendientes son líneas rectas. La evolución no funciona con un eje central y ramas laterales, sino como un tupido matojo de ramas que proliferan en todas direcciones. Como cada vez está dejando más clara nuestra propia evolución familiar: el origen de nuestra especie.

El matorral evolutivo del que salimos nosotros se espesa con este último hallazgo publicado por la revista Science.

Cuando los paleoantropólogos empezaron a trabajar en el continente africano se descubrieron decenas de yacimientos, miles de fósiles y un buen puñado de especies que proporcionaron numerosas sorpresas. En lugar de un antecesor con cabeza de humano y cuerpo de simio se descubrieron varias especies de lo que parecían monos de cuello para arriba, pero eran completamente bípedos del cuello para abajo, como nosotros.

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Nuestros antecesores anduvieron erguidos mucho antes de ser inteligentes

El origen de la Humanidad era al revés de como se había pensado hasta entonces: nuestros antecesores anduvieron erguidos mucho antes de ser inteligentes. Además aparecieron ramas laterales en forma de monos bípedos tan especializados en comer grano que era imposible que formaran parte de nuestra herencia directa: la evolución humana no era una simple línea recta de descendencia.

Un grupo ancestral de simios de hace unos 10 millones de años abandonó los bosques y la vida arbórea por la sabana y el caminar a dos patas, alejándose de la rama que acabaría por dar origen a los chimpancés. Los más antiguos aparecían en el Este de África (Kenya y sobre todo Etiopía), tenían el cerebro pequeño y fueron llamados australopitecos; fósiles más tardíos indicaban su presencia en Sudáfrica. Vivieron entre hace unos 6 millones de años y hace 1,5 millones de años, y no hay pruebas de que utilizasen herramientas.

Hace 2 millones de años, sin embargo, apareció un nuevo tipo, muy parecido del cuello para abajo pero con dos importantes diferencias: un cerebro considerablemente mayor y claras pruebas de uso de herramientas.

Este nuevo grupo se llamó Homo, y es al que pertenecemos. La cosa parecía clara: de ancestros muy antiguos compartidos con el Chimpancé había surgido una línea de australopitecos que a su vez había dado lugar a Homo: una secuencia lineal de creciente perfección.

Complejas variantes

Pero desde el mismo principio la idea se complicó, porque empezaron a aparecer variantes. El escocés Robert Broom descubrió el primer australopiteco 'robusto', dotado de importantes especializaciones (sobre todo en los dientes) para comer grano. Por tanto los australopitecos no eran una línea recta, sino que había ramas laterales.

Posteriores descubrimientos complicaron más las cosas. Donde se pensaba que había un australopiteco grácil resultó que había al menos cuatro (Australopithecus afarensis, A. anamensis, A. garhi, A. africanus); donde se encontró un australopiteco comedor de grano, resultó que eran tres (Paranthropus robustus, P. boisei, P. aethiopicus). Y el propio origen del género Homo resultó tener hasta tres especies diferentes (Homo habilis, H. ergaster, H. erectus).

Durante los últimos 3 millones de años resultó que África había estado literalmente bullendo de diferentes especies de monos caminantes, muchos de ellos al mismo tiempo.

Como consecuencia, las líneas de descendencia no están nada claras; no sabemos qué especies dieron origen a cuáles, y en especial no sabemos de dónde salió el género Homo.

Hasta ahora el mejor candidato a fósil transicional entre los australopitecos y nosotros era Australopithecus garhi, hallado en Etiopía y con una antigüedad de 2,5 a 2,7 millones de años, pero con algunos rasgos tan especializados (como los grandes molares) como para sospechar.

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A. sediba podría ser el paso lógico entre los australopitecos y el Homo

Y ahora aparece Australopithecus sediba, una nueva especie que sus descubridores definieron en la revista Science el 2010. Con una antigüedad calculada entre 1,8 y 1,9 millones de años, A. sediba podría ser el modelo de transición perfecto, el paso lógico entre los australopitecos gráciles y Homo.

Es cierto que la cronología no encaja del todo, ya que A. sediba es más joven que los más antiguos fósiles atribuidos a Homo. Quizá la nueva especie sea un hermano de nuestra propia rama en lugar de padre, aunque desde luego sus características nos informarán sobre cómo era el antepasado común.

Pero este descubrimiento sobre todo nos dice que durante una buena parte de la evolución humana antigua no estuvimos solos: en África hubo varias especies de homínidos distintas viviendo juntas de forma casi continua.

En nuestra familia la evolución ha sido una cosa mucho más que una escalera; somos un grupo muy ramificado en el que la coexistencia entre distintas especies ha sido normal y en el que hay más caminos laterales que rutas rectas.

Nuestra soledad como especie única de nuestra rama desde la extinción de los Neandertales, hace 25.000 años, puede ser una rareza en nuestra historia; no estamos acostumbrados a ser hijos únicos, sino que desde tiempo inmemorial hemos vivido en una familia numerosa, como el nuevo primo recién descubierto atestigua. La evolución es mucho más complicada, e interesante, de lo que quieren sus caricaturas. Como nuestra propia historia.

‘Australopithecus sediba’

La revista Science dió cuenta del estudio de la especie Australopithecus sediba, surgido en 2010 como resultado de un hallazgo excepcional. De acuerdo con el equipo que estudia los fósiles de esta especie, su antigüedad (dos millones de años) y sus características la sitúan en la candidatura ideal para ser el origen del género Homo. Las evidencias sobre la posible presencia del género Homo en África antes de los dos millones de años son escasas y cuando menos discutibles. De ahí la hipótesis de Lee Berger, principal artífice de las investigaciones.

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Lee Berger apoya sus ideas en el hecho de que tanto Homo habilis como Homo rudolfensis, cuyos restos son más recientes, han sido expulsados del “selecto club” del género Homo por algunos investigadores de reconocido prestigio.

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Si bien estas especies tienen cerebros significativamente más grandes que los de los australopitecos, incumplen el requisito de poseer un desarrollo complejo y prolongado. Más bien al contrario, su desarrollo aparenta ser tan corto como el de chimpancés (12 años) y carece de la complejidad que caracteriza a nuestra especie.

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Eliminados estos competidores y debido a su antigüedad, la especie Australopithecus sediba  podría haber dado lugar a los inequívocos primeros representantes de Homo.

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Para ser miembro del género Homo, una especie debe tener al menos un cerebro mayor de 600 centímetros cúbicos, una estatura de unos 140-150 centímetros, proporciones corporales como las nuestras, haber perdido cualquier rasgo que la habilite para ser buena trepadora y, como decía antes, poseer un desarrollo más largo y más complejo que el de chimpancés y australopitecos, con niñez y adolescencia como elementos añadidos al modelo de todos los demás mamíferos.

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La especie africana Homo ergaster podría ser así el primer cliente del selecto club del género Homo.

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Lee Berger y sus colegas parecen haberse olvidado de los homínidos del yacimiento de Dmanisi, en la Republica de Georgia. Su cerebro llega a los 700 centímetros cúbicos, su estatura es relativamente elevada (hasta 160 centímetros) y sus proporciones corporales son como las nuestras. Pero lo más importante es que su antigüedad se cifra ya en 1,85 millones de años.

Pienso que 150.000 años es poco tiempo para conseguir el portentoso logro de una transformación evolutiva tan compleja, desde un australopiteco de 420 centímetros cúbicos de volumen cerebral, 120 centímetros de estatura y con rasgos que permitían todavía capacidades trepadoras.

Australopithecus sediba vivía en Suráfrica y Homo georgicus fuera de África:  la hipótesis de Lee Berger no convence del todo.

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Posición filogenética

Los autores de la especie sugieren que es un buen candidato para considerarse una transición entre los Australopithecus africanus hallados en el sur de África (el niño de Taung, la Sra. Ples) y el Homo habilis, o incluso, un antepasado directo de Homo erectus (niño de Turkana , hombre de Java, hombre de Pekín).[2]

Otros paleoantropólogos, sin embargo, son contrarios a esta tesis de los autores de la descripción inicial. En un artículo publicado en el mismo ejemplar de la revista con la descripción original, se cita a detractores como Tim White y Ron Clarke, que sugieren que los nuevos fósiles podrían representar una rama sudafricana tardía de australopitecos y coetánea con miembros ya existentes del género Homo.[6] En una interpretación más prudente, se basan en la observación de que la mandíbula inferior de Homo rudolfensis descubierta por Friedemann Schrenk, de unos 2,5 m.a., es el fósil más antiguo adscrito al género Homo, claramente más antiguo que los fósiles de Australopithecus sediba. Afirman asimismo que las características de los nuevos fósiles tienen relativamente poco en común con Homo y siguen, por tanto, apuntando a Australopithecus afarensis como su ancestro más probable.

En otra crítica, esta vez taxonómica, planteada en la página web de la revista Nature, se indica que los autores de A. sediba no han tenido en cuenta la amplia variabilidad de Australopithecus africanus como para poder adscribir los nuevos restos a una especie diferente, además de obviar que los rasgos descritos corresponden a ejemplares juveniles y que bien pudieran variar respecto a los adultos.[7]

Referencias

Dirks PHGM, Kibii JM, Kuhn BF, Steininger C, Churchill SE, Kramers JD, Pickering R, Farber DL, Mériaux A-S, Herries AIR, King GCP, Berger LR (2010). «Geological Setting and Age of Australopithecus sediba from Southern Africa». Science 328:  pp. 205-208. doi:10.1126/science.1184950

a b c d e Berger LR, de Ruiter DJ, Churchill SE, Schmid P, Carlson KJ, Dirks PHGM, Kibii JM (2010). «Australopithecus sediba: A New Species of Homo-Like Australopith from South Africa». Science 328:  pp. 195-204. doi:10.1126/science.1184944

"Baby hominid found at Cradle" Times of South Africa. 10-IV-2010

a b c d Celia W. Dugger.«New Hominid Species Discovered in South Africa», The New York Times, 8 de abril de 2010. Consultado el 8 de abril de 2010.

«Hallan a posible primer antepasado directo de la especie Homo», Afp, La Jornada, 8 de septiembre de 2011. Consultado el 9 de septiembre de 2011.

Balter, M. (2010). «Candidate Human Ancestor From South Africa Sparks Praise and Debate». Science 328:  pp. 154–155. doi:10.1126/science.328.5975.154

Cherry, M (2010). «Claim over 'human ancestor' sparks furore». doi:DOI:10.1038/news.2010.171. Consultado el 10 de abril de 2010.

http://es.wikipedia.org/wiki/Australopithecus_sediba

http://es.wikipedia.org/wiki/Australopithecus_sediba

http://es.wikipedia.org/wiki/Australopithecus_sediba

Australopithecus Sediba

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malcolmallison

Biólogo desde hace más de treinta años, desde la época en que aún los biólogos no eran empleados de los abogados ambientalistas. Actualmente preocupado ...alarmado en realidad, por el LESIVO TRATADO DE (DES)INTEGRACIÓN ENERGÉTICA CON BRASIL ... que a casi ning


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